Cherán, la lucha para recuperar el bosque


14 mayo, 2019, Por:

Cherán, la lucha para recuperar el bosque

En abril de 2011, la comunidad de Cherán, en el estado de Michoacán, comenzó la defensa organizada de sus bosques y su territorio frente a los grupos delictivos que estaban devastando el monte para vender la madera e instaurar gigantescas huertas de aguacate.

De las 22 mil hectáreas con que cuenta la comunidad, 12 mil hectáreas correspondían a bosques de pino y encino. Sin embargo, los grupos delictivos derribaron más de 8 mil hectáreas, lo que afectó severamente la economía de la comunidad.

El bosque es la principal fuente de ingresos de Cherán, ya que una gran mayoría de las familias históricamente se han dedicado a la extracción de resina de pino. De hecho, el estado de Michoacán es el principal productor de resina del país con alrededor de 22 mil toneladas por año, lo que representan cerca del 90 por ciento de la producción nacional.

Además de la devastación ambiental, los pobladores de esta comunidad indígena vivían bajo el hostigamiento y amenaza de estos grupos delictivos que, entre otras cosas, cobraban derecho de piso y les impedían trabajar en sus parcelas resineras.

Aunque la lucha por la defensa de su territorio dejó heridas sensibles en la comunidad, valió la pena. “Hoy en Cherán prácticamente no hay actos delictivos, la gente vive más tranquila, el bosque se esta recuperando y se está reactivando la economía del pueblo”, comenta Miguel Macías Sánchez, titular del Consejo de Bienes Comunales de Cherán.

Gracias a la tradición organizativa de esta comunidad purépecha, basada en los usos y costumbres, se logró que la gente hiciera guardias en las fogatas y que todos los habitantes cooperarán para hacer frente a la deforestación y la criminalidad.

“Las autoridades estatales y federales fueron omisas ante la problemática que vivimos, y la gente tuvo que defenderse con sus propias manos” añade.

El bosque de Cherán esta comenzando a reverdecer. La comunidad está trabajando en un gran proyecto de recuperación de las áreas degradadas para la instauración de plantaciones resineras y la regeneración natural del bosque. La fauna esta regresando y la gente está recuperando su empleo.

Para los resineros, como el señor Placido Enriques Guerrero, quien se ha dedicado a la extracción de la resina de pino desde hace más de 45 años, es necesario detener a los taladores y recuperar los bosques porque “son nuestra principal fuente de ingresos. Con la resina se puede vivir dignamente, pero hay que trabajarle duro”.

Comparte que, gracias a la venta de la resina, junto con su esposa, pudieron sacar adelante a sus 9 hijos, “los pudimos enviar a estudiar y darles de comer”.

Sus hijos saben lo importante que es el bosque tanto como fuente de ingresos, como para la provisión de servicios ecosistémicos indispensables para la vida. “Desde chicos los llevamos al monte para que conocieran el oficio de la resina y aprendieran a cuidar el bosque. Varios de ellos también ya son resineros”, resalta Placido Enriques.

Ambición depredadora por el oro verde

La creciente demanda del aguacate en Estados Unidos, Europa y Asia propició que el precio del fruto se disparara y que los agricultores convirtieran todas sus tierras en huertas aguacateras. Es decir, propició que tiraran el bosque para ganar terreno para seguir sembrando aguacate.

En Uruapan, “capital mundial del aguacate”, como le denominan los lugareños, se tiraron prácticamente todos los bosques. Pasó de ser una ciudad con un clima fresco durante todo el año, a un “infierno” por las altas temperaturas que se registran ahora que ya no tienen bosque, explica Miguel Macías.

Para evitar que la comunidad indígena de Cherán se convierta en algo similar a Uruapan, los pobladores decidieron, en asamblea, vetar la siembra del aguacate. “Está estrictamente prohibido abrir huertas aguacateras”.

La expansión del cultivo del aguacate en todo Michoacán, además de generar problemas ambientales como la deforestación, la degradación de los suelos, la contaminación de los mantos acuíferos y el consumo excesivo de agua ya ha enfermado a muchas personas.

En la región aguacatera de la entidad se han disparado los casos de enfermedades renales, gastrointestinales y de cáncer. El uso desmedido y sin regulación de los agroquímicos para la producción del “oro verde” está enfermando a la gente.

“En el pueblo preferimos el bosque que el aguacate”. El titular del Consejo de Bienes Comunales de Cherán subraya que “por eso estamos formando a los niños y jóvenes para que valoren la verdadera importancia que tiene el bosque no solo para el pueblo, sino para todo Michoacán y el país mismo. Aquí producimos aire limpio y agua”.

La comunidad esta buscando la posibilidad de formar guardias forestales comunitarios que sepan manejar el bosque y conservarlo para las futuras generaciones. La participación de los jóvenes es fundamental para asegurar bosques para el futuro, resalta.

Usos y costumbres para la toma de decisiones

Cuando más se necesitaba el apoyo de las autoridades municipales, estatales y federales, éstas no respondieron. Así que Cherán decidió no celebrar elecciones con representación de partidos políticos.

La comunidad decidió establecer estatutos internos para elegir a sus autoridades con base en sus usos y costumbres. Así, Cherán se divide en cuatro barrios que eligen a su representante a través de votaciones en las que todos los habitantes mayores de quince años pueden participar. Los cuatro representantes de los cuatro barrios constituyen el Consejo de Bienes Comunales.

Uno de los representantes del Consejo de Bienes Comunales es José Jordan Velázquez, un joven de 22 años, que cuenta con estudios de ingeniería industrial y que ahora tiene a su cargo la operación del Vivero comunitario “San José Cherán”.

Es una gran responsabilidad tener un cargo en el pueblo, “debemos responder a las expectativas de la gente que nos encargó esta tarea”, asegura Jordan Velázquez.

Este joven prefirió quedarse en Cherán para contribuir en el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente de su comunidad que irse a trabajar a una ciudad. “Siento un compromiso por regresarle algo de todo lo que me ha dado el pueblo, aquí crecí, estudié y aquí tengo a mi familia, por eso decidí quedarme”, resalta.

Jordan se encarga de ver asuntos relacionados con la administración del Consejo de Bienes Comunales y la operación del vivero. Su juventud y conocimientos le permiten al Consejo resolver varias tareas de manera más eficiente. “Me encargo del uso de las computadoras y otros aparatos que las personas mayores no saben utilizar. Combinamos la experiencia y conocimientos de los mayores con las ideas de los jóvenes”, detalla.

Para el joven, el modo de organización y elección de sus autoridades es mejor porque permite que más gente participe y se involucre de estos procesos.

“El pueblo es como el vivero: estamos sembrando y cuidando semillas para que se conviertan en ejemplares que generen beneficios para toda la comunidad”, plantea.

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