Gobernanza y transparencia, pilares del manejo forestal comunitario en el ejido Chavarria Viejo


13 junio, 2018, Por:

Gobernanza y transparencia, pilares del manejo forestal comunitario en el ejido Chavarria Viejo

La transparencia y la rendición de cuentas son esenciales para fortalecer la gobernanza de los ejidos y comunidades. Cuando hay una buena gestión de los comisariados ejidales la gente confía, se pueden emprender proyectos productivos y se puede invertir en bienes para la producción.

En las comunidades y ejidos es muy complicado que los compañeros se organicen, se tiene que hacer mucho trabajo para poder llegar a acuerdos, además es importante que los acuerdos se respeten. “Gracias al trabajo que hemos hecho de fortalecimiento de la gobernanza en el ejido, hemos podido avanzar en consolidar nuestras empresas sociales”, explica Miguel Ángel Alvarado Huizar, presidente del comisariado ejidal del Ejido Chavarría Viejo.

Este ejido que se ubica en el municipio de Pueblo Nuevo, Durango, tiene una larga tradición forestal, como todo el municipio. En Pueblo Nuevo se produce el 30 por ciento de la madera de todo el estado de Durango. El manejo y aprovechamiento forestal es la principal actividad productiva en Chavarría Viejo.

Miguel Alvarado detalla que “el componente más importante que hay que desarrollar para poder avanzar en el desarrollo forestal es la organización, la gobernanza. Creo que a partir de los esfuerzos de organización que ha hecho el ejido, hemos logrado convertirnos en un ejemplo, porque así los ejidatarios hemos podido recobrar el control del manejo y aprovechamiento de nuestro bosque”.

De acuerdo con el índice de Desarrollo Forestal de la Conafor, las empresas forestales comunitarias se clasifican en cuatro categorías: Tipo I, aquellas con bosques comerciales pero que no aprovechan; Tipo II, aquellas que venden madera desde en pie dejando al contratistas externos la responsabilidad del manejo del bosque; Tipo III, aquellas que cuentan con equipo y hacen la extracción de madera por cuenta propia y el Tipo IV, aquellas que tienen aserraderos, o venden su madera con algún otro valor agregado.

El ejido Chavaria Viejo no se ha quedado en las etapas iniciales del proceso de apropiación de los procesos productivos y ha logrado avanzar sustantivamente y posicionarse en la categoría Tipo IV. A partir de la cohesión, la transparencia y la formulación y respeto de acuerdos en las asambleas, el ejido ha retomado el control del proceso de manejo de su bosque y han avanzado a la generación de valor agregado de su producción de madera. Esto propicia la creación de empleos y más ingresos para las familias del ejido.

“Además de la empresa forestal ejidal que se encarga de cosechar el bosque, decidimos crear una sociedad de producción rural, con otra administración, que se encarga de darle el valor agregado a la madera: se trata de un aserradero. Y también creamos otra empresa comunitaria que se encarga de aprovechar los productos secundarios del aprovechamiento forestal, de esta forma le restamos la carga fiscal al ejido, porque nos cobran impuestos como si fuésemos una empresa privada, pero nosotros somos un grupo de trabajo comunitario”, comenta el presidente del comisariado ejidal de Chavarría Viejo.

Anteriormente, solo comercializaban la madera en rollo, los fustes; las puntas y ramas solo se desechaban, pero hoy día el ejido las aprovecha para generar astilla para celulosa. “Con estas actividades generamos empleo, derrama económica, conservamos el bosque y mejoramos los servicios ambientales, como la recarga de los mantos freáticos”, enfatiza Miguel Ángel.

El ejido Chavarría Viejo goza de una riqueza natural envidiable, pues cuenta con una extensión de 9 mil hectáreas de bosque, de las cuales 6 mil se encuentran dentro del plan de manejo y aprovechamiento forestal. “Tenemos autorización de aprovechar 25 mil metros cúbicos anualmente, de las variedades de pino y encino”. Sin embargo, para aprovechar de mejor forma su riqueza natural y belleza escénica, Miguel Ángel señala que el ejido está invirtiendo en el desarrollo de un parque ecoturísitico, que ya prácticamente se encuentra terminado.

Enfatiza que “cada empresa del ejido tiene su propia administración y hay una rendición de cuentas muy precisa, transparente y rigurosa, para que haya confianza por parte de todos los ejidatarios”.

Así han alcanzado grandes logros, no solo en lo económico, “es muy satisfactorio ver el desarrollo del ejido, lograr una mejor organización y generar confianza”. El ejido Chavarría Viejo fundado hace 55 años, está integrado por 93 ejidatarios y cuenta con una población de mil habitantes y, desde su origen, se caracteriza por su tradición forestal.

Ahí la economía y la vida dependen del bosque, “por eso lo cuidamos. Algunos pensarán que sacarle al bosque trocería lo afecta y que en unos años se acabará, pero eso es totalmente falso. Nosotros solo sacamos lo que el mismo bosque está produciendo, sin afectarlo. Estamos cosechando solo lo que el bosque puede producir, en términos de regeneración”.

Desde hace cinco años la directiva ejidal se ha enfocado en el fortalecimiento de la gobernanza interna. Hicimos modificaciones a los reglamentos internos y trabajamos en asambleas para que “los compañeros tomen conciencia de la importancia de modernizar nuestra industria forestal, de invertir en material de trabajo, que más adelante no traiga más ingresos y generación de más empleos para nuestra gente”, puntualiza Alvarado Huizar.

Todo esto suena muy bien, pero no ha sido fácil, “ha sido una intensa labor de empuje, empezando en pequeño, pero dando resultados constantes. Aunque aun falta mucho por hacer, necesitamos avanzar más en la transformación de la madera, darle más valor agregado, en vez de vender tablas podríamos vender molduras, muebles; podríamos vender casas prefabricadas de madera; para allá va encaminado el plan de desarrollo del ejido” y la transparencia y rendición de cuentas son fundamentales para lograr el objetivo, insiste Miguel Alvarado.

Los demás ejidos del municipio de Pueblo Nuevo, en el que se ubica Chavarría Viejo, también están trabajando en el fortalecimiento de sus procesos de toma de decisiones, de transparencia en el uso de los recursos y están apostando por invertir en el desarrollo de sus ejidos.  De hecho, comenta el presidente del comisariado ejidal que realizan jornadas de intercambio y talleres entre los distintos ejidos para encontrar alternativas a los problemas que se presentan en el manejo forestal.

A nivel estado, en el municipio de Pueblo Nuevo se produce casi el 30 por ciento de la madera de todo Durango. “Hay ejidos que ya les estamos entrando a esto, le estamos apostando a la industria, pero es una situación compleja, desde la organización primero, luego, diseñar cómo lo vamos a hacer, en procesos participativos de todos los compañeros. Siempre buscando que el ejemplo sean los resultados; solo así podremos convencer a los demás ejidatarios que la industrialización y el desarrollo productivo son benéficos para el ejido, asegura Miguel Ángel Alvarado.

Desarrollo incluyente

En la actualidad, ya no hay tierra para repartir y un derecho ejidal es indivisible, no se pueden heredar fracciones de derechos, “la ley contempla que al ser ejidatario tienes ciertos derechos sobre el territorio y los recursos, pero también como avecindado o hijo de ejidatario tienes otros derechos”, refiere el presidente del comisariado ejidal de Chavarría Viejo.

Añade que cuando un ejidatario tiene varios hijos, solo le puede heredar el derecho a uno. En ese momento los demás hijos desaparecen de la ley agraria, “hay vacíos en esta legislación, pero nosotros los estamos llenando con clausulas en los reglamentos internos”.

En el tema de gobernanza, explica que “estamos trabajando en la modificación de los reglamentos internos, así logramos que todos los ejidatarios, hijos de ejidatarios y avecindados puedan gozar del derecho a las plazas de trabajo que se generan a partir del manejo y aprovechamiento forestal y las otras empresas ejidales”. Es decir, prioritariamente los ejidatarios son los que tienen el derecho a trabajar, luego le siguen sus hijos, hermanos o familiares y avecindados; “si no se consigue que alguien del ejido cubra los puestos de trabajo, entonces se abre ese espectro para que se contrate a personas de fuera del ejido, de las comunidades vecinas”.

Además, los hijos de ejidatarios y avecindados tienen derecho a un pedazo de tierra para sembrar y para que construyan su casa, “porque en el ejido no tenemos el territorio parcelado, íntegramente es uso común. Así, la asamblea le asigna un pedacito de tierra a la persona que quiera hacer su casa o un solar y tienen derecho a ser trabajadores del ejido.

Los trabajadores de las empresas ejidales tienen todas las prestaciones de ley, seguro social, Infonavit, todo lo que contempla la ley. “Nosotros tenemos cerca de 160 trabajadores en las empresas del ejido. Estamos hablando de que hay sustento para 160 familias, estos trabajadores no son ejidatarios, porque el 70 por ciento de los ejidatarios son adultos mayores que ya no trabajan”, asegura con un tono orgulloso, Miguel Alvarado Huizar.

El núcleo ejidal lo componen 60 hombres y 33 mujeres. “Sí hay participación de las mujeres, aunque insuficiente”. Las mujeres participan en labores de cosecha, de aserradero, en actividades de administración. Por ejemplo, “la empresa de ecoturismo que se llama La Pirámide, esta compuesta por 12 trabajadores, 9 mujeres y 3 hombres”.

Apoyos y créditos para el desarrollo forestal comunitario

Para fortalecer el crecimiento del sector forestal en el país, por un lado, se requieren más apoyos de gobierno, acceso al crédito para proyectos productivos. “Necesitamos dinero más barato y que no haya tantas trabas burocráticas para obtener un crédito. Si las comunidades y ejidos no tenemos mucho el ímpetu por emprender proyectos productivos, menos si hay muchas trabas para hacerlo”, plantea.

Destaca que los apoyos de gobierno son muy importantes para poder avanzar en infraestructura y capital de trabajo, y “como ejido hemos sabido aprovecharlos como se debe: dando buenos resultados. Por ejemplo, logramos que la adquisición de uno de los aserraderos más modernos del país”. El aserradero se estrenó en febrero de 2018 y es una necesidad para poder generar un mayor valor a la madera y tener mejor capacidad de procesamiento.

Desde la experiencia de su ejido, Miguel Ángel subraya que “se puede vivir muy dignamente del bosque y sin que los ecosistemas se deterioren; por el contrario, además de madera, producimos servicios ambientales: agua, aire, realmente lo que nosotros estamos haciendo es aprovechar nuestros recursos para generar ingresos para las familias y conservar estos bosques”.

Este ejido ejemplar, perteneciente a Durango, estado que encabeza la producción forestal de México, cuenta con la certificación de manejo forestal de FSC desde hace 6 años. Con esta certificación independiente el ejido busca garantizar que el aprovechamiento del recurso forestal cumple con los estándares internacionales de buen manejo de bosques y las actividades de corte, extracción, industrialización, administración y seguridad de sus trabajadores cumplen con el marco legal mexicano.  Hace un mes, el ejido inició su tercer ciclo de certificación, que les ha servido para generar confianza hacia el interior del ejido, hacer más eficientes los procesos y tener todo en regla.

“Hemos puesto todo nuestro empeño en mostrar que ha sido la mejor decisión del Estado mexicano el haber puesto en las manos de los ejidatarios las tierras forestales; el haber puesto la tierra, en las manos de quienes trabajan”, concluye.

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