Producción campesina orgánica y comercio justo con principios y valores para otra economía (25 años de CERTIMEX)


3 octubre, 2022, Por:

Producción campesina orgánica y comercio justo con principios y valores para otra economía (25 años de CERTIMEX)

Blog invitado de: Francisco VanderHoff Boersma, de UCIRI

Las empresas sociales en México tienen un entorno adverso y enfrentan cuatro grandes retos: el marco regulatorio adverso, la ausencia de una política pública de fomento, las barreras derivadas de contextos de marginación y pobreza y la desconfianza y el escaso conocimiento público sobre las empresas sociales, sus productos y su potencial.

Uno de los principales obstáculos que tienen que sortear las cooperativas y otros emprendimientos comunitarios del sector rural es el coyotaje, es decir, la falta de mercados que reconozcan y paguen el justo valor del trabajo y los productos que elaboran las familias y las organizaciones campesinas.

Ante la falta de certeza de compradores, muchos productores sociales se ven obligados a vender su producción a compradores abusivos que acuden a las comunidades a acopiar materias primas a bajo costo y a aprovecharse de la precariedad de las familias.

Una de las salidas que han encontrado los productores campesinos es la organización y agrupación en cooperativas que les permitan tener un mayor poder de negociación con los compradores y de esta forma mejorar sus ingresos. Así como el acceso a mercados diferenciados que reconozcan la calidad del producto y las buenas prácticas de producción, es decir, que valoran los productos  orgánicos o agroecológicos elaborados cuidando el medio ambiente.

Uno de los esquemas de certificación de productos orgánicos y de comercio justo más confiables en el país y con reconocimiento internacional es el de CERTIMEX, que cumple 25 años de operación. Si bien todavía falta un mayor trabajo de promoción y fortalecimiento de estos mercados diferenciados que generen mejores dividendos para las productoras y productores campesinos, es fundamental reconocer el aporte hecho por CERTIMEX en este sentido, que ha contribuido a visibilizar que la producción de las comunidades rurales contribuye de manera significativa a la conservación de los bosques y toda la biodiversidad que albergan.

Subestimamos la capacidad de la creación de una economía y cultura diferente a la cultura dominante, europea, occidental, donde, hasta hace poco, tenían supuestamente respuestas a los problemas que agobian al mundo. Esta economía del crecimiento infinito resulta de ser un fracaso rotundo para el medio ambiente y el medio social. Los desafíos ambientales y desigualitarios solo se pueden resolver juntos: nos exigen caminar nuevos caminos y aprender de los caminos de nuestros pueblos ancestrales.

Mediante la experiencia de una cultura orgánica, basada en conocimientos ancestrales de cuidado del medio ambiente, o como los compañeros de UCIRI y muchos otros dicen: el amor a nuestra Madre Tierra, no como algo romántico, sino como respeto a sí mismo, siendo parte de esta Madre Tierra. Nos urge  ser más conscientes de lo que estamos haciendo, descolonizándonos de los conocimientos foráneos, encontrando nuestros conocimientos para el manejo de nuestras tierras, de nuestros animales, de nuestros bosques y ríos, preservados por siglos, mutilados por tiempos y fuerzas coloniales, occidentales.  

Vivimos en un mundo globalizado, dominado por el modelo económico dominante. Esto significa que CERTIMEX tiene que adherirse a reglas que rigen internacionalmente la agricultura orgánica. Son las consecuencias de la globalización existente las que nos obligan a jugar en campos diferentes. Sin duda, nos falta integrar campos críticos en nuestras reglas, leyes, reglamentos y procedimientos. Podemos aprender algo de las posturas críticas del Movimiento ‘Vía Campesina’.

Mi experiencia de pasar por Europa y EUA recientemente, muestra que en las discusiones prevalece la falta de imaginación, la falta de capacidad para pensar diferente y para apreciar caminos nuevos, tentativos, experimentando con políticas públicas diferentes en vez de creer en una política de conspiración, fomentando noticias falsas y fomentando políticas agrarias totalmente obsoletas, dañinas para el medio ambiente y para los campesinos empujados para hacer el juego al modelo capitalista de crecimiento infinito, destruyendo su ambiente, su vitalidad, su cariño a la tierra. De ahí surge la problemática del exceso de óxido de nitrógeno y amoniaco en la tierra, en parte causado por la agricultura intensiva y, sobre todo, por los desechos de animales de ranchos con grandes poblaciones de vacas, marranos y pollos, a pesar de implementación de técnicas de absorción y filtros.

La teoría de la conspiración, como reacción a unos supuestos planteamientos del Foro Mundial de la Economía, con su supuesto Nuevo Orden Mundial, está creando confusiones peligrosas y fomentando la ingobernabilidad. Ya no es una aberración de algunos locos, como Q-Anon etc. ¡Se está generalizando! ¡Razón de más para luchar contra el negacionismo climático y desigualitario con una sola voz!

El movimiento de los productores organizados en gremios democráticos ha demostrado que otra economía es posible, urgente y sostenible. No siempre estamos conscientes de la envergadura de producir de forma orgánica. No es solamente para cuidar el medio ambiente, aunque es fundamental, no es solamente para conseguir un precio adicional al producto. El movimiento de la producción orgánica esta insertado en la construcción de una economía opuesta al modelo neoliberal. Quiero demostrar algunos de estos elementos, brevemente, promoviendo una economía democrática, incluyente, justa, sostenible para la humanidad y medio ambiente, la tierra misma y su futuro, en donde Certimex, con sus principios y valores está y debe de estar involucrada.

Vivimos en los tiempos donde confluyen tres pandemias: social, ambiental y últimamente de la salud. Podemos protestar, pero es tiempo de proponer, para crear sólidamente un proceso irreversible que ataque la pandemia social de exclusión y destrucción del medio ambiente, que propicie el cuidado de la tierra. El movimiento de la producción orgánica en su sentido amplio y en combinación con el movimiento de Comercio Justo dan pistas claras.

Francisco VanderHoff, UCIRI. / Fotografía de Universidades Latinoamericanas por el Comercio Justo.

Retomo la discusión amplia de la urgencia de una economía diferente, que la economista inglesa Kate Raworth y el ecónomo francés Thomas Picketty han condensado en su proyecto de la Economía de la Dona (siete pasos para una economía del siglo 21), una economía circular en vez de linear.

La teoría económica de Kate Raworth se basa en la imagen de una rosquilla. La dona tiene una base social y un bienestar humano en el medio, y es en sí misma ‘el espacio seguro y justo para la humanidad’ y para una ‘economía regenerativa y distributiva’, rodeada en el borde exterior por el techo ecológico de ‘planetario crítico de la degradación’.

El modelo “consta de dos anillos concéntricos: una base social, para garantizar que nadie se quede corto en las necesidades básicas, y un techo ecológico, para garantizar que la humanidad no sobrepase los límites de la Tierra”, explica.

“Entre estos dos conjuntos de límites se encuentra un espacio en forma de rosquilla, o dona, que es ecológicamente seguro y socialmente justo. Este es el espacio en el que la humanidad puede prosperar”. Hasta hace muy poquito, la narrativa predominante era la lucha entre el mercado y el Estado, y la dicotomía entre ellos. La propuesta de la “economía de la dona” va mucho más allá: entiende la economía como algo que está por encima de ese debate.

¡Una economía regenerativa y distributiva! Circular en vez de linear. La premisa central es simple: el objetivo de la actividad económica debe ser satisfacer las necesidades básicas de todos y hacerlo en equilibrio con el planeta.

Las teorías clásicas de los factores de la economía eran: trabajo, tecnología y capital, como postulaban los clásicos de la economía Adam Smith y Ricardo. Muy pronto los problemas ecológicos como el cambio de clima, la destrucción de selvas y bosques y la pérdida de fertilidad de la tierra fueron expulsados a la periferia del pensamiento económico, hasta que recientemente tuvieron que reconocer el desastre causado. Además, este modelo de crecimiento infinito linear creó un problema social mundial: los que están en la dona y los que no pueden entrar, es decir, la mayoría de la población mundial.

La producción orgánica es un paso constructivo de la defensa de la vida en todas sus formas. Quizás hemos subestimado esta envergadura de la reconstrucción y oferta de otra economía en el campo.

La sociedad como una telaraña de relaciones y la vitalidad de una economía depende de la confianza, normas y reprochadores que se tiene que nutrir. Una sociedad de conjunto de individuos no puede mantenerse como sociedad real. La organización social y la mutualidad en el trabajo, las propuestas y proyecciones son necesarias para crear movimiento y para confrontar los mecanismos de destrucción de la vitalidad de la sociedad.

La producción orgánica solamente puede florar cuando hay organización, no solamente en gremios, sino también en el trabajo mismo. Aprender juntos, mejorar y aplicar técnicas nuevas son elementos esenciales para que funcione.

La producción orgánica ejecutada en gremios es parte fundamental de la sociedad civil como empresa social. Las empresas sociales (ES) son unidades económicas de propiedad colectiva, formadas por trabajadores (as), productores (as) y/o consumidores que se asocian de manera estable y se constituyen formalmente, con fines económicos, sociales y ambientales, todos ellos igual de importantes e inseparables. Son una de las expresiones de la economía social y solidaria. Es la utopía de una economía circular.

Las empresas sociales en México tienen un entorno adverso y enfrentan cuatro grandes retos: (i) el marco regulatorio adverso, (ii) la ausencia de una política pública de fomento, (iii) las barreras al desarrollo económico derivadas de contextos de marginación y pobreza, y (iv) desconfianza y escaso conocimiento público sobre las empresas sociales, sus productos y su potencial. “El gobierno malinterpreta y desprecia el valor de los servicios generados a sus socios por las empresas sociales, y las califica de intermediarias innecesarias, minando la posibilidad de economías de escala para los pequeños productores.” Es una aberración política de primer orden. 

Para prevenir una tiranía del estado o del mercado es muy importante una política democrática real. Un fortalecimiento del rol que la sociedad desempeña en la generación de la ciudadanía comprometida que se necesita para una vida pública y transparente y participativa, para que el Estado cumpla sus responsabilidades. Un Estado democrático necesita una sociedad civil organizado. La desconfianza  en las organizaciones del campo de producción impide el funcionamiento debido de una democracia real.

Mediante las organizaciones de pequeños productores en gremios de producción orgánica holística se puede cuidar los boques, ríos y tierras comunales etc. Así se ofrece a la sociedad campesina y social la capacidad de hacer cambios sustanciales que el Estado debe reconocer, apoyar y estimular. El mundo empresarial ha creado un desequilibrio entre poderes (mano de obra y capital). Como repuesta los operarios se organizan y crean acuerdos colectivos o se crea estructural colectiva de la empresa misma, eliminando así la brecha entre operarios y propietarios.

La implementación, ya desde más de cincuenta años, a nivel mundial del modelo neoliberal de la economía (‘libre comercio, nacional e internacional, no interferencia del estado en asuntos económicos, etc.) ha fomentado el ‘homo economicus’ que no es muy sabio, como demuestra la ruptura profunda de la distribución justa de los bienes de producción, el acceso a satisfacción de las necesidades básicas de la vida de las mayorías de la población y el deterioro acelerado del medio ambiente. Este modelo ha creado una percepción del ser humano como individuo individualista, aislado.

El movimiento del Mercado Justo es más que una seguridad de recuperación de los esfuerzos de trabajo de hombres y mujeres, es un proyecto político de cambios sustanciales en el mercado y su economía. El proyecto del Estado de una cuarta transformación podría enriquecerse mucho incorporar elementos de este tipo de mercado. Estipulación y estimulación de precios mínimos de productos básicos como maíz y frijol es un primer paso en esta dirección.  Pero no es suficiente, sobre todo cuando falta una política clara por parte del estado para el campo productivo, sano, orgánico y factible. Organizaciones sociales en colaboración con CERTIMEX y otros gremios pueden hacer esta política, que es urgente, factible y necesario.

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